Tótems


En Les formes elementaires de la vie religieuse de Durkheim (1912) se encuentra el concepto de totemismo como forma elemental y en alguna manera originaria de religión. El material etnográfico de que se sirve Durkheim es representado por investigaciones hechas sobre todo por Spencer y Gillen pero también por otros (como Strehlow o Swanton) sobre los aborígenes de Australia; aunque, a menudo, se utiliza una comparación con los indios de América del Norte. Entre los aborígenes (considerados en la época como los representantes de la humanidad más arcaica) la organización social está caracterizada por la división en clan, el grupo que ocupa en la vida colectiva un lugar preponderante; más de la tribu o de la fratría del cual es parte. Dos rasgos esenciales caracterizan el clan: los individuos que lo componen se consideran unidos por un lazo de parentesco; un tótem que representa la identidad del clan y la unidad de sus miembros. Los objetos que sirven de tótems pertenecen, en la mayor parte de los casos, ya al reino vegetal ya al reino animal; también la lluvia es muy frecuente. La manera en que se adquiere el nombre totémico puede seguir tres reglas diferentes, según las tribus. En la mayoría de las sociedades examinadas el niño adquiere el tótem de su madre (que en una situación exogámica y patrilocal significa un grupo totémico falto de base territorial). En otros casos se transmite por línea paterna. En la tercera combinación, en cambio, el del niño es el del ancestro mítico que ha fecundado místicamente a la madre en el momento de la concepción (hay una técnica determinada para reconocer de qué ancestro se trata y a qué grupo totémico pertenece). La cosa, sin duda, más compleja en el acercamiento a este tema es la comprensión del alcance del tótem. ¿Cosa es un tótem? Como hemos visto es el nombre de un animal o de un vegetal; un nombre que representa un emblema, un verdadero blasón cuyas analogías con el blasón heráldico han sido con frecuencia destacadas. Parece, en suma, representar un símbolo identidario que se encuentra en todo tipo de sitio. Así como los nobles de la época feudal hacían esculpir, grabar, representar de todas las maneras sus escudos de armas sobre los muros de sus castillos, sobre sus armas y sobre cualquier tipo de objeto, así los negros de Australia y los indios de América del Norte hacen lo mismo con sus tótems. Hasta encontrar las imágenes totémicas sobre el mismo cuerpo de los hombres. Pero, Durkheim nos avisa pronto que el tótem no es sólo un nombre y un emblema. Éste tiene también un carácter religioso en cuanto todas las cosas se clasifican en sagradas y profanas por sus relaciones con el tótem. Así, las tribus de la Australia central considerarían unos trozos de madera o de piedra (denominados churinga) como los objetos más eminentemente sagrados, propio porque, como el nurtunja y el waninga (otros objetos sagrados), llevan sobre sí el emblema totémico. Las imágenes totémicas no son las únicas cosas sagradas. De hecho, se reconoce el carácter sagrado del animal o de la planta totémicos a través de una aproximada prohibición de comerlos. Además todo miembro del clan estaría revestido de un carácter religioso que no sería sensiblemente inferior al que se reconoce al animal epónimo. La cosa que más llama la atención del lector que se interesa al totemismo, pienso sea, sobretodo, la confusión o aparente confusión que aportan los mitos, cuya tarea sería, en cambio, propio la de conferir sentido al orden de las cosas. Durkheim, incluso, llega a presuponer que los hombres de estas sociedades imaginaron estos mitos, que en general asocian el churinga al alma o al cuerpo de un ancestro, con la finalidad de poderse explicar a sí mismos el respeto religioso que les inspiraban estos objetos. Que, haciendo un paralelismo azarado, sería como afirmar que los cristianos inventaron a Jesús para explicar el crucifijo. O sea, que, me parece, el misterio de los tótems queda en gran parte inexplicado y con él la duda de que se pueda hablar de religión.

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