Nuer religion (1956) es una de las obras de Evans-Pritchard fruto de su largo trabajo de campo cerca de la población nilótica de los Nuer. En este texto afronta la cuestión de la religión de los Nuer intentando explicar sobretodo la estructura, la concepción y la simbolización de la/s entidad/es espiritual/es a través de formas materiales. De hecho no resulta siempre claro si se trata de un único espíritu, el espíritu del único Dios que se manifiesta en una multitud de formas materiales, o, en cambio, haya una serie de entidades espirituales segundarias, sometidas y derivadas de la principal (como por ejemplo, en la religión cristiana se consideran los querubines, los ángeles y los arcángeles). De hecho, a menudo, en muchas religiones africanas es dificil no presuponer una inserción de unas influencias islámicas sobre una base preexistente animista. El Dios de los Nuer tiene su morada en el cielo y no aparece figurado. Bajo él hay una jerarquía de entidades espirituales. Están los espíritus de arriba y los espíritus de abajo. El pensamiento religioso Nuer es eminentemente dualista en cuanto está estructurado sobre la oposición conceptual entre
kwoth, el Espíritu que es inmaterial, y
cak, la creación o mundo tal como se muestra a los sentidos. En su creencia, los Nuer piensan que fenómenos del
cak, como la lluvia y la peste proceden de Dios y son, por tanto, manifestaciones de él. Incluso llegan a decir de ellos que «
e kwoth», «son Dios» aunque no piensan que Dios sea lluvia o peste. Pero, Evans-Pritchard, para evitar que la cosmología Nuer venga clasificada como prelógica, quiere en seguida precisar que los Nuer entienden la distinción entre la naturaleza de una cosa y lo que puede significar en ciertas situaciones o para ciertos individuos. Así, en las relaciones totémicas creen que, por ejemplo, un cocodrilo sea Espíritu para ciertos individuos pero no creen que sea Espíritu en su misma naturaleza. En esta situación y en otras, como cuando se emplea un pepino como víctima sacrifical con el nombre de buey o cuando los gemelos se van a considerar pájaros, el parecido sería conceptual y no perceptual. El “es” (de “es Dios”, “es buey”, “es pájaro”) se apoya en una analogía cualitativa. Además, todas estas correlaciones son asimétricas, pues un buey no es un pepino, los pájaros no son gemelos y el Espíritu no es un cocodrilo. Para Evans-Pritchard, aunque se da cuenta de que pueda parecer raro a un europeo el oír decir que un gemelo es un pájaro, no hay una real contradicción en esta afirmación. Al contrario, ésta parecería cargada de toda verosimilitud para alguien que la considerara en términos del lenguaje Nuer y desde su sistema o concepción religiosos. Nos puede ayudar a la comprensión de estas asociaciones tan raras el hecho de que éstas van consideradas estructuradas según una fórmula que no expresa una relación diádica entre gemelos y pájaros, sino una
relación triádica entre los gemelos, los pájaros y Dios. Con respecto a Dios, los gemelos y los pájaros poseerían un carácter similar. De la misma manera hay una relación triádica entre un linaje, una especie natural y Dios. La cuestión parece complicarse un poco más cuando se van a examinar a los espíritus de abajo, como los duendes de la naturaleza, los fetiches o los fuegos fatuos; aquí, en efecto, parece existir una fusión más completa y permanente entre las cosas y el Espíritu que en el caso de los tótems. Sin embargo, Evan-Pritchard ha encontrado que también aquí sigue estando presente, aunque en una manera más oscura y compleja, el problema de que algo es a la vez otra cosa de lo que es. Es interesante la anotación de Evans-Pritchard sobre el hecho de que haya una correlación invertida entre la gradación del Espíritu y su vínculo con los seres humanos, con animales y con objetos inanimados. Comparto la crítica de Evans-Pritchard al prelogismo de Lévy-Bruhl cuya impostación es netamente etnocéntrica. De hecho, éste es un tema mucho más cercano de lo que su apariencia exótica podría sugerir; hago un ejemplo mucho más cercano a nosotros: la hostia. Bien, un creyente no sólo piensa que haya una relación ideal con Dios a través de ésta, sino cree que haya una relación real, que esté comiendo el cuerpo de Cristo.
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